Por: Rafaela Mera
Pocas experiencias en la vida me han resultado tan dolorosas como dejar a mi hija en casa para regresar al trabajo después de la licencia de maternidad.
Recuerdo vívidamente ir llorando durante todo el trayecto hasta llegar a mi oficina en el Centro de Quito, y cómo sentía que mi corazón se había quedado en la casa, con mi bebé, estaba destrozada.
Siempre supe que quería ser mamá y formar un hogar aunque eso nunca me quitó el sueño. Soy la menor de cuatro hermanos; fuimos criados por mi madre quien siempre nos educó, sobre todo a mis hermanas y a mí, para que fuéramos independientes y no tuviéramos que rendir cuentas ni pedir nada a nadie el momento que decidiéramos casarnos. Esto fue determinante pues siempre vi la vida desde una perspectiva fuera de lo que “encaja” en una sociedad tan machista como la nuestra. Siempre busqué el desarrollo profesional, capacitarme y tener una hoja de vida extensa, antes que casarme y tener hijos.
Trabajo hace ocho años en el sector público y llevo diecisiete en el mercado laboral. Después de años de ejercer mi profesión, encontré en la carrera del Talento Humano mi verdadera vocación y decidí prepararme para abrirme paso dentro de este campo. Nunca fue para mí un sacrificio salir de la ciudad constantemente, quedarme hasta tarde en la noche o madrugar, si el trabajo así lo requería. Estaba afianzándome para conseguir lo que hasta ese momento, creí que era lo más importante en mi vida, ser una excelente profesional.
Incluso cuando conocí a mi esposo, pensaba que ya no iba a casarme ni tener hijos. Por más que en el fondo no me gustaba, estaba ya “hecha a la idea”. Mi matrimonio fue sorpresivo e inesperado, él es extranjero y “necesitábamos” casarnos para que el tuviera estadía legal en el país y cuando tomamos la decisión de vivir juntos en el Ecuador, aunque sabíamos que iba a ser difícil, estábamos seguros que podríamos superar cualquier obstáculo. Cuando decidimos tener un bebé, yo sinceramente no aterricé completamente lo que sería el futuro laboral para mí, estaba ilusionada y llena de expectativas sobre convertirme en madre. Y así fue que todo mi mundo cambió al nacer Lucena, mis prioridades, mis perspectivas, mi rutina; todo a partir de ese momento estaba enfocado a ella y a que nunca le falte nada. Me volqué por entero a la tarea de ser mamá.
Casi al término de mi licencia de maternidad ya la angustia me tomó por completo. Rondaban preguntas en mi cabeza… “será que debo volver al trabajo?”, “qué pasa si no regreso?” y en instantes incluso decidía renunciar; pero ya para ese entonces yo era el sostén de mi hogar pues mi esposo hasta ese tiempo, no lograba encontrar estabilidad laboral. Simplemente no podía, pues cargaba con la responsabilidad de que no falte nada en mi casa y pagar deudas… Y con esa responsabilidad también cargaba la culpa que me hacía sentir mi mamá, mis tías, mi abuela, de que mi hija se iba a criar sin mí…
Llena de conflictos, no tenía remedio, debía regresar al trabajo. Pero no fue sino llegar, aún con lágrimas en los ojos, que al ser recibida por mis compañeros y escuchar las palabras de aliento, sobretodo de mis compañeras mamás, sentarme en mi escritorio, empaparme de lo que había pasado mientras no estuve, sentirme parte de un equipo de trabajo; para darme cuenta que más que algo negativo, podría empezar a mirar distinto el hecho de regresar… Si! con toda la tristeza y angustia, pero reflexionando sobre el verdadero significado de ser una “mamá trabajadora”, del tiempo de calidad que puedo darle a mi hija después de cumplir la jornada laboral, el ejemplo que puedo ser para ella y para la sociedad, sentir que puedo seguir adelante con mi carrera profesional sabiendo que eso no significa que sea una “madre ausente” como todos quieren hacerte creer que eres…
Solo las mamás que trabajamos sabemos el sacrificio de dejar todos los días a nuestros hijos durante más de ocho horas al día… Sin embargo, es ese sacrificio el que nos hace fuertes ante una sociedad que pone reglas desiguales y, en definitiva debemos seguir adelante sabiendo que la realidad está cambiando y que contamos ya con espacios desde donde se entiende nuestra necesidad de pasar más tiempo con nuestros hijos, sin dejar de ser profesionales.
Rafaela Mera
Tengo dos hijos, mi hija de 24 y un hijo de 20, pero aun recuerdo lo doloroso que fue dejarles aun cuando era mi mami quien los cuidaba, sentirme tan impotente al perderme sus primeros pasos; cuando crecieron, por el horario de trabajo me era casi imposible el estar en sus programas del colegio y sentirme en cierta manera celosa, porque era mi mami quien disfrutaba de eso con mis hijos, pero no podía dejar de trabajar, el dinero que yo ganaba hacía falta en el hogar. Hoy soy abuela de una hermosura de 5 meses, mi hija aun no tiene trabajo y se siente tan desesperada porque necesita trabajar pero es un conflicto de emosiones que siente al querer ejercer la profesión y al mismo tiempo ver crecer a su pequeña.
Una historia tan conocida.. no importa a la edad que los dejes finalmente tenemos q dejarlos para seguir adelante con nuestra carrera profesional en búsqueda de un mejor porvenir para nuestros nuestros propios hij@s.
Es bastante dificíl sobre todo en una sociedad donde se exige al máximo que como madre se de todo y nos consumimos física y emocionalmente. Trabajando mas de 8 hrs diarias . En una sociedad que no sabe el impacto de una madre hacia sus hijos y con reglas bastante desiguales por que considero que muchas mujeres trabajan mas que los hombres y que el gobierno no hace nada para mejorar la calidad de vida de madres trabajadoras y muchas cabeza de hogar
Muy ciertas tus palabras me han hecho recordar lo difícil y doloroso que ha sido dejarle a mi hijo al cuidado de otras personas , es terrible solo espero que nuestros angelitos entiendan algún momento de sus vidas que si lo hacemos es por amor a ellos, ya pase la primera etapa difícil ahora viene otra porque falta menos de un mes y se termina mi licencia de maternidad, por lo que tendré que laborar en horario completo solo pensar me da mucha tristeza e impotencia se que va hacer eterno el día pero juntos lo lograremos, trato de que el tiempo que paso con mi hijo sea de calidad, le abrazo le canto juego con el, aunque se que a veces es muy agotador pues las labores del casa se juntas y me siento mal. ¡¡Dios nos dará las fuerzas necesarias..!!
?
🙁 el sentir de tantas que nos negamos a aceptar la nueva realidad pero que no tenemos otro camino que hacerlo 🙁 pasa a los 3 meses pasa al año y sigue pasando cada día que ellos crecen lejos de nosotras…sus mamás!