Por: Isabel Freire
Ser mujer en un ámbito laboral rodeado de hombres es una tarea dura, no porque es más competencia, pero porque nosotros llevamos un gran peso en los hombros de tener que ser más que una profesional.
¿Qué es ser más que una profesional?
Es tener la presión de serlo todo y de todo hacerlo bien.
Desde el día uno que entras a trabajar en una empresa, muchas de ellas tienen un considerable interés en saber si tienes novio o si estás casada; inclusive una vez me pasó que me preguntaron directamente si es que iba a tener hijos en un futuro cercano; en ese momento no lo pensé tanto porque era más joven y de verdad mi poca experiencia aún me llevaba a pensar que era algo rutinario, pues 11 años más tarde sé que no.
Después de todas esas preguntas vas asumiendo los distintos roles que son parte de las decisiones que tomas en tu vida y si, tienes una pareja y ahora como todas las que estamos aquí te conviertes en madre. ¿Qué pasa ese día que te conviertes en madre? Tu chip, tu forma de ver la vida cambia radicalmente, creo que es un momento de iluminación total, un autodescubrimiento increíble y un empoderamiento grandioso.
Pero con esto viene el ser más que una profesional, ese peso que tienes de la responsabilidad de ser perfecta en tu trabajo, como madre, como pareja, como amiga, como compañera en fin esa auto flagelación constante de querer ser todo para todos menos para una misma.
Vuelvo y repito el PESO.
Ese peso que no siente nadie aparte de nosotras, ese peso rodeado de culpa, de cuestionamiento y de miedos. Ese mismo.
Yo personalmente voy 1 año ya de regreso a trabajar desde que dejé a mi hija de 84 días (porque descubrí que no eran 3 meses el permiso de maternidad, sino 84 días). Cuidada de sus abuelas, ella iba a estar bien yo sabía eso; que mejor cuidada que con las personas que criaron a sus papás, la que nunca más se iba a sentir igual era YO.
Si bien me creo invencible desde el momento que supe que yo con mi cuerpo puedo crear vida, me siento impotente de tener que salir a trabajar todas las mañanas y dejar a mi hija. Amo mi trabajo y lo valoro como un tiempo sagrado para mí, pero cada vez es más abrumador el PESO. Poco a poco he ido comprendiendo que mi hija está aprendiendo cómo funciona la vida, para ella es parte de la rutina que yo me tenga que ir. Igual se me parte el corazón que todas las mañanas corra a la puerta llorando cuando me voy, pero es parte de las etapas creo yo.
Entonces creo que la conclusión de todo esto es: sí, ser más que una profesional es duro. Si alguien tiene cura para la culpa cuénteme y sé que el PESO poco a poco va a ir alivianándose hasta encontrar el balance perfecto que te de armonía. Lo más importante de todo esto es que nosotras como madres tenemos que estar bien, no por el resto como suelen decir, sino por nosotras mismas.
Sintámonos honradas de sentir ese PESO, porque la igualdad de género empieza en parte por nosotros, por liberarnos de las culpas, por buscar nuestra realización personal, porque así estaremos criando hijos listos para crear un mundo distinto. Seamos generadoras de igualdad, seamos feministas; pero, más que nada, seamos madres porque ese papel es un regalo que abarca todo lo antes mencionado.
PD: No las conozco a todas, pero ¡FELICITACIONES! ESTÁN HACIENDO UN INCREÍBLE TRABAJO.